La sensibilidad no es una debilidad

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Ser sensible no es ser débil. No es ser frágil. No es ser delicado. 

La sensibilidad es la capacidad de recibir estímulos de nuestro entorno y de nosotros mismos. Ese atributo, la receptividad, es una característica propia de todo ser vivo. Para poder recibir es importante abrir un espacio. Si estamos cerrados, no recibimos nada. Si cerramos los ojos, no vemos. Si cerramos nuestro corazón, no amamos. Si cerramos nuestra mente, no pensamos.

La apertura es una condición necesaria pero no suficiente para recibir. Abrirse a un mundo muchas veces hostil es un signo de valentía e inteligencia. Nada puede crearse si no abrimos nuestra mente a nuevas posibilidades. Nada puede cambiarse si no somos sensibles al contexto en el que nos movemos. Nada puede mejorarse si no nos damos la posibilidad de desarrollarnos a través de nuestros mecanismos de apertura y recepción de nueva información.

La presencia es otra condición necesaria pero no suficiente para recibir. Estar presente es no tener miedo de experimentar, de crear, de innovar, de equivocarse… De vivir.

Hace unos años, uno de los investigadores más impactantes que he tenido el placer de conocer a través de la lectura de sus textos, Francisco Varela, tuvo la lucidez necesaria para traducir el par de conceptos yóguicos mindfulness-awareness como presencia plena-conciencia abierta. La conjunción de presencia y apertura serían las condiciones necesarias y suficientes para una recepción clara, lo que se conoce en inglés como Insight, término que no debemos traducir al castellano como intuir porque este verbo ha perdido con el tiempo toda su fuerza originaria. Sí podría traducirse en su sentido etimológico, in-tueri, que significaba literalmente mirada o visión interior, lo mismo que in-sight. 

La fuerza de la traducción de mindfulness como presencia plena es incomparable con la traducción como atención plena. Y es que la atención es un movimiento externo mientras que la presencia es un zambullirse en la experiencia. No es lo mismo estar atento al juego que tener presencia en el juego. El matiz no es baladí.

Abiertos y presentes, la recepción es nítida. La sensibilidad funciona en su máxima expresión. Se convierte en un poderoso mecanismo que no podemos desdeñar o minusvalorar.

Por lo general, existe una tremenda confusión respecto a la palabra sensibilidad. En primer lugar, porque se toma en su sentido más aberrado y enfermizo, lo que se conoce como sensiblería. La sensiblería podría definirse como una disfunción de la sensibilidad, o una exageración de determinadas manifestaciones. En segundo lugar, porque se reduce a las expresiones emocionales de afecto: la afectabilidad.

En esta entrada diferencio tres sentidos de la palabra sensibilidad:

Grosso modo, detecto tres sentidos fuertes de la palabra “sensibilidad” relacionados en primera instancia con los tres clásicos niveles interconectados de funcionamiento de nuestro cerebro, de menor a mayor complejidad, de mayor a menor antigüedad evolutiva:

  1. Sensitividad: Sensibilidad de los sentidos relacionada con el nivel reptiliano /instintos /fisiológico
  2. Afectabilidad: Sensibilidad de tipo emocional relacionada con el nivel límbico /sentimientos /emocional
  3. Distinguibilidad: Sensibilidad de tipo ‘cognitivo’ relacionada con el nivel neocorteza /pensamiento /intelectual

Las mejores creaciones producidas por el ser humano a través de su actividad física provienen de una excelsa sensitividad. Cantar, bailar, practicar deporte, esculpir, construir, etc. 

Las producciones artísticas o logros sociales que más nos arrebatan son provocadas por una destacada afectabilidad. La belleza nos abruma, casi como a Stendhal, y los que más apertura y presencia muestran en ese aspecto tienen mejores condiciones para producir obras impactantemente bellas. Los grandes líderes sociales surgen por la toma de conciencia plena de que las injusticias han de ser combatidas, y arrastran a muchas otras personas en sus sueños.

Y qué decir de los grandes descubrimientos científicos o de las grandes reflexiones filosóficas que nos han permitido progresar como sociedad. Todas han sido posible gracias al impulso dado por personas con una exuberante distinguibilidad. Personas que veían más amplio y más profundo que sus coetáneos. Visionarios que se adelantaban a su tiempo y que servían de punta de lanza para nuestra evolución social.

Fijándonos en los mejores ejemplos de nuestra historia es fácil percibir la potencia de la sensibilidad. Pero también es posible examinando las acciones cotidianas. El cuidado, la empatía, el amor, el altruismo, la amabilidad, etc…

Sin sensibilidad la habilidad se convierte en algo duro, rígido, frío y funcional. En una especie de martillo pilón, eficaz pero limitado. La sensibilidad es más como el agua: suave, flexible, cálida y nutritiva. La habilidad con sensibilidad es creativa, adaptativa, orgánica.

Todo esto y mucho más es producto de la enorme fuerza de la sensibilidad.

¿Aún sigues pensando que es una debilidad?


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