El semáforo social de la creatividad

Hace tiempo leía un listado de características de la creatividad y algo en él me llamó la atención: no todas las manifestaciones tenían la misma consideración social. Algunas aparentaban inocuidad mientras otras parecían realmente peligrosas o molestas. A los pocos días me vino una idea sobre la diferente valoración social de la creatividad.

Como si de un semáforo social se tratara, podemos identificar la creatividad verde, que suele incentivarse siempre sin necesidad de pagar cuota social, la creatividad amarilla que se acepta hasta cierto límite de invasión pero que, a partir de ahí, se comienza a ‘pagar cuota’, y la creatividad roja en la que hay que pagar un alto precio en forma de obra que sea de utilidad social para que no se inhiba, lo cual es paradójico porque de pequeños no se puede saber qué dará de sí­ un individuo.

La clasificación quedaría entonces de la siguiente manera, según coste social:

Creatividad VERDE

-Tener muchas ideas (fluidez) FLOW
-Capacidad para discernir entre los problemas existentes
-Capacidad para redefinir los elementos de un problema o tarea
-Proporcionar múltiples soluciones o respuestas a los problemas
-Confianza
-Entusiasmo
-Curiosidad
-Interés estético
-Participatividad

Creatividad AMARILLA

-Interrogatividad; curiosidad inusitada en varios temas
-Ver las cosas de formas muy variadas (flexibilidad)
-Aportar ideas únicas y diferentes (originalidad)
-Ver las implicaciones o consecuencias fácilmente
-Actuar espontánea e intuitivamente
-Adivinar fácilmente las cosas y realizar hipótesis
-Mostrar una intensa concentración en una tarea de interés propio
-Tendencia innata para adaptar o mejorar las cosas
-Agudo sentido del humor, viendo lo cómico de las situaciones
-Independencia
-Transformar y/o combinar ideas diferentes
-Especular; interés por los riesgos

En una sociedad hiperespecializada, la curiosidad inusitada en varios temas no suele ser bien vista, se traduce como falta de propósito o como confusión personal. También penaliza en ambientes poco creativos la flexibilidad y originalidad, así como ser espontáneos e intuitivos. El juego de especular, arriesgarse, adivinar las cosas y realizar hipótesis tampoco es bien visto, se considera una pérdida de tiempo; hay que ir a lo seguro, a lo que digan los expertos o las autoridades en un campo. Este ambiente también penaliza la independencia de criterio o la tendencia a adaptar las cosas saliéndose de lo reconocido. Cómo no, en ambientes serios el sentido del humor no se toma como algo positivo sino más bien como un incordio.

Creatividad ROJA

-Agregar detalles a las cosas; hacer las ideas más interesantes (elaboración)
-Sentirse libre para disentir y no estar de acuerdo con lo establecido
-Asociaciones inusitadas entre ideas remotas
-Flexibilidad en modelos de pensamiento
-Tolerar la ambigüedad y la incertidumbre (Y LA INCOMPRENSIÓN)
-Apreciar las inconsecuencias y las discontinuidades
-Manifestar ideas propias y originales en una discusión o colaboración
-En ocasiones, mostrarse radicales en sus expresiones
-Intelectualmente juguetón, interesados en la fantasía y la imaginación
-No considerar que son «diferentes» a​ los demás
-No aceptar pronunciamientos autoritarios sin poder dar su opinión
-Desafiar a la autoridad mediante preguntas provocativas
-Aburrirse con la memorización y recitación
-Mostrar una elevada energía y, en ocasiones, conductas disruptivas
-Producir respuestas que puedan parecer «inapropiadas» y fuera de lugar
-Poder ser considerados a veces por la gente como «locos»
-Llegar a mostrar grados inusitados de originalidad, concentración y persistencia en el trabajo,  siempre que se trate de proyectos que capturen su interés e imaginación
-Sentirse cómodos en la soledad

La elaboración resulta en ocasiones muy incómoda. A pocas personas les gusta que alguien pueda añadirle detalles o mejorar lo que ellos mismos hacen. Tiene que ser algo extraordinario para aceptarlo a regañadientes. Si no, lo más probable es que aflore el Síndrome de Procusto, que consiste en la tendencia a cortar la «cabeza» a quien sobresale. Y si además muestra inusitados grados de originalidad, concentración y persistencia, la incomodidad se incrementa sustancialmente.

Bueno, y qué decir de lo poco que se estima (sobre todo en sistemas rígidos como el educativo) a las personas que no aceptan pronunciamientos autoritarios, que desafían a la autoridad con preguntas provocativas o disintiendo, que producen respuestas inapropiadas o mantienen conductas disruptivas. O sentirse cómodos en soledad. Son características espectacularmente penalizadas que suponen un freno gigantesco a la manifestación de todas las esferas del pensamiento creativo. Es fácil entender por qué las escuelas matan la creatividad, como nos contó Ken Robinson en una de sus famosas charlas, un clásico:


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