Las Altas Capacidades en la encrucijada

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“Ninguna gota de lluvia cree haber causado el diluvio” (refrán inglés)

Hace poco leía una entrada, Pues yo no lo veo, preñada de realismo de un profesor, padre de una niña con altas capacidades y adulto identificado como tal. En ella confesaba que:

Ese argumento, el del “pues yo no lo veo”, puede ser consecuencia de una falta de formación, cierto, de aquel que no tiene el conocimiento necesario sobre el tema. Y aquí me detengo para manifestar, en un ejercicio de honestidad, que yo tampoco lo veía, que tampoco conocía qué era aquello que tenía que reconocer en el alumnado con altas capacidades, como no fui capaz nunca de verme a mi mismo. Esa parte de profesorado, con formación los acabará viendo, porqué no los veía igual como el miope no ve lo que pasa a su alrededor si no usa las gafas.

Mi preocupación está en el profesorado que atribuye a su visión la omnipotencia de verlo todo y que, por tanto, cuando dice “pues yo no lo veo” no da lugar a que pueda pasar y él no lo vea, sino que da por descontado que si él no lo ve es porque no es y punto.

¿Se puede decir ya que a esa gente no la cambiamos con formación, ni recursos, ni más horas de exclusiva? ¿Se puede uno preguntar ya a qué se dedica la inspección educativa? ¿Se puede decir ya que no deberían ser maestros?

También podemos rescatar esta reflexión Alicia Antúnez, profesora y madre de dos niños con altas capacidades, miembro de la Plataforma de Apoyo a las Altas Capacidades, en una entrada titulada Vacaciones de altas capacidades:

Para las familias el verano es un respiro, respiro de reuniones, solicitudes, entrevistas con tutor, con orientador, respiro de de leer leyes, de hacer escritos y de ponerse delante de un toro que creían que venia resuelto por el sistema: la educación formal de sus hijos. Mientras hacemos esto durante el curso, muchos lidiamos, además, con estados de ánimo alterados de estos mismos niños que son obligados por ley a estar en los centros educativos y, por ley también, deberían estar atendidos en la escuela, cuando esta última parte se olvida y se omite sistemáticamente, salvo honrosas excepciones.

Parece que en verano las altas capacidades se disuelven porque aparecen menos en redes, los foros paran, las dudas paran, los ejemplos paran y con el calor todo se atenúa.

Pero hurgando un poco descubres que a partir de agosto algunos niños (más de uno, dos y hasta de quince…) empiezan a tener morriña inversa de la escuela, y aun quedando más de un mes para entrar, empiezan las pesadillas, a hacer alguna referencia suelta al colegio, cuando no una queja clara de que ya queda poco para empezar, y aquí sí, solo las familias que pasamos por esto entendemos la angustia que encierran estos detalles. Aquí es donde escuchamos el manido comentario: “A todos los niños les pasa lo mismo”. Y no es cierto. Y si lo fuera, todas las familias deberíamos hacer algo porque TODAS tendríamos un problema.

Se acerca septiembre y con él las mismas historias de siempre, como si nada hubiera cambiado, como si viviéramos una y otra vez el día de la marmota que decía Belén Ros en una de sus entradas más duras y directas que se le recuerda, publicada hace dos años y medio pero lamentablemente tan vigente hoy como ese año 2017. La realidad es lo que tiene, que por más que la pintes de colores para aparentar otra cosa llega un momento en que se manifiesta en toda su crudeza. En el texto Belén identifica con claridad los espacios de responsabilidad de los diversos agentes implicados: medios de comunicación, políticos, personal de la administración educativa, familias y asociaciones de familias. También se podrían añadir los profesionales que actúan fuera del sistema educativo. Sin embargo, como cualquiera con los ojos abiertos advierte fácilmente, en el campo de las altas capacidades se da el fenómeno social de la difusión de la responsabilidad, que tiende a ocurrir en grupos de personas superiores a un cierto tamaño crítico cuando la responsabilidad no se asigna de forma explícita.

La difusión de la responsabilidad puede manifestarse de dos maneras:

  • En un grupo de pares que, por acción o inacción, dejan suceder hechos que nunca permitirían si estuviesen solos (se suele llamar a la acción «mentalidad de masa» y a la inacción «efecto espectador».
  • En una organización jerárquica, donde, por ejemplo, los eslabones inferiores afirman que sólo seguían órdenes, mientras los supervisores afirman que sólo emitían órdenes, sin hacer realmente nada per se.

Esta óptica es ilustrada por el refrán que abre esta entrada. Nadie a nivel individual se siente responsable del estado actual de cosas.

Sin embargo, sí que todos somos responsables (cada uno en su parcela o espacio de responsabilidad, que es donde PUEDE y debe responder) del marasmo en el que nos encontramos hoy día.

La inmovilidad ciudadana permite la inacción política y educativa. Y es que la voluntad de no hacer nada solo se puede torcer con la lucha colectiva, con la unión de las familias, que son las que tienen el poder de forzar cambios a los políticos (que hemos votado, no vienen de otro planeta) que permitan mejorar la situación en la que nos encontramos. Pero a día de hoy esa unión de familias brilla por su ausencia, tanto a nivel local como a nivel nacional. Parece que sobre esta realidad no se puede escribir porque los diferentes egos se ofenden y se defienden ridículamente matando al mensajero, como si ocultando el botón rojo de alarma el avión no se pudiera caer.

La ausencia de voluntad política y la escasísima voluntad educativa viene de lejos. Algunas de las miles de excusas que se utilizan para no actuar están reflejadas en esta entrada, que solo recoge 353 pseudoargumentos que solo denotan dejadez pero que describen perfectamente la realidad que, día sí y día también, relatan las nuevas familias cuando aterrizan a este mundillo, lo que refleja ese marasmo.

En el último lustro apenas ha habido cambios normativos, lo que denota la falta de fuerza colectiva de la que hablaba más arriba. No sé para qué sirve tener «asesores del Ministerio» si éste no se ha movido un centímetro de su postura en años. Tampoco las cada vez más numerosas jornadas, congresos y seminarios que se organizan para mejorar la visibilidad del fenómeno logran provocar esos cambios normativos, que son los resultados tangibles de esta lucha, aunque tampoco es su objetivo principal. Ni tampoco generan esos cambios las diferentes reuniones con fotos que se han ido publicando para parecer que se hace algo. Cuando negociamos el plan para Andalucía no hubo ninguna foto hasta que se consiguió, el día de su presentación. Antes solo sirve para el postureo, digámoslo claramente. Pero hoy parece que si no te has hecho una foto de cualquier cosa es que realmente no has hecho nada…

Pero aunque la descripción del panorama es desalentador, siempre hay que guardar algo de esperanza y depositarla en las nuevas familias, que son las que por lógica deben recoger el testigo y rebelarse (de verdad, no solo con el nombre) contra el estado actual de cosas. Exigir en sus asociaciones responsabilidades, o entrar ellos a asumirlas para volver a conducirlas a la senda de la que nunca debieron desviarse: la de ser instrumentos políticos que provoquen cambios en beneficio de todos. No depositar la responsabilidad en agentes sin implicación directa en esta lucha, que bien pueden ayudar pero jamás sustituir ni, en modo alguno, desalentar la lucha porque sus intereses sean otros. Alejarse de algunos que solo viven de crear alarmas innecesarias o de las iniciativas poco claras o directamente dañinas que sobrevuelan este sabroso nicho de mercado en el que se ha convertido las altas capacidades en los últimos años, debido al crecimiento de los espacios donde las familias piden ayuda (grupos, asociaciones, etc).

Las altas capacidades se encuentran en una encrucijada y el tiempo dirá si se ha afrontado el reto o simplemente nos hemos dejado llevar por ese efecto espectador que parece presidir ahora la estancia.

Recordad que nadie va a hacer vuestro trabajo, que nadie alineará sus intereses con los vuestros y que hay que encontrar el modo de colaborar sin que los egos se pongan por delante de las manos. Es difícil, lo comprobamos día a día en cuanto se quiere mover algo, pero no es imposible. Solo hay que cambiar la mentalidad y remangarse.


5 respuestas a “Las Altas Capacidades en la encrucijada

  1. Hola a todos. Creo en mi caso e vívido algo parecido y tienes toda la razón. Mucho hablar en las puertas de los colegios,criticar etc etc…pero a la hora de la verdad nada de nada. Yo e llegado incluso al ministerio de educación y me cierran las puertas. No sé para qué están…

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  2. Hola a todos. Creo en mi caso e vívido algo parecido y tienes toda la razón. Mucho hablar en las puertas de los colegios,criticar etc etc…pero a la hora de la verdad nada de nada. Yo e llegado incluso al ministerio de educación y me cierran las puertas. No sé para qué están…

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